Imagine la escena: El presidente de Estados Unidos, con esa clásica diplomacia que lo caracteriza, anuncia al mundo que México nos está haciendo pasar una sed terrible. Sí, amigos, resulta que nuestros vecinos del sur son unos deudores terribles y, según él, han incumplido con un tratado internacional de aguas. ¡Qué desfachatez!
El presidente Donald Trump, en su infinita generosidad, se reunió con productores agrícolas, no para ofrecer consuelo, sino para dejar muy claro quién tiene la sartén por el mango. México nos debe la friolera de más de 800 mil acres-pie de agua, acumulados, ni más ni menos, que en los últimos cinco años. Y la urgencia es tal que exigió que esta agua se libere INMEDIATAMENTE. Porque, claro, si un país necesita 200,000 acres-pie antes del 31 de diciembre, no hay tiempo para burocracia, solo para amenazas.
El Arte de la Extorsión Cariñosa
Para garantizar que el agua fluya como debe ser (o sea, hacia el norte), el presidente no se anduvo por las ramas: ha autorizado la documentación para imponer un arancel del 5% a los productos mexicanos si no se ponen las pilas con el grifo. La lógica es impecable: “Cuanto más tarde México en liberar el agua, más se ven perjudicados nuestros agricultores”.
Y es que, según él, México "no está respondiendo", lo cual es "muy injusto" para los agricultores estadounidenses que, pobrecitos, "merecen esta agua tan necesaria". Uno casi puede visualizar al presidente sosteniendo un vaso vacío, exigiendo que los mexicanos sacrifiquen su propia hidratación en nombre de la justicia agrícola tejana. Es una lección magistral de cómo convertir un recurso vital en una ficha de negociación arancelaria.
El Paquete de Ayuda: La Solución a Mis Propios Problemas
Pero esperen, la historia se pone aún más divertida. Mientras el presidente acusa a México de ser el villano sediento, simultáneamente anunció un paquete de ayuda de 12 mil millones de dólares para sus agricultores. ¿Y por qué necesitan ayuda? Ah, porque son un sector "afectado por las consecuencias financieras de las políticas comerciales". ¡Es decir, las suyas!
Es como si yo te incendio la casa, y luego te vendo un balde de agua pagado con mis propios aranceles. Y para colmo de ironía, la ayuda se financia, en parte, con ingresos provenientes de aranceles, que a menudo recaen sobre bienes de importación.
El paquete es el “puente de liquidez durante un período de ajuste”. Traducido al español: una curita millonaria para que los agricultores aguanten mientras llegan los supuestos beneficios de los acuerdos comerciales que el gobierno está impulsando. Once mil millones van directitos a los agricultores de cultivos en hileras y mil millones quedan en el limbo para los productores de frutas y verduras. ¿Certidumbre? ¡Por supuesto! Sobre todo si cultivas maíz y el desembolso está previsto antes del 28 de febrero.
El Milagro de la Desregulación Ambiental
Y por si fuera poco, en este circo de soluciones mágicas, el presidente también prometió eliminar regulaciones ambientales que, según él, han encarecido el equipo. ¡Claro! Esas molestas regulaciones que solo complican las cosas, en lugar de, ya saben, proteger el medio ambiente.
Ahora, con un simple chasquido de dedos, espera que fabricantes como John Deere se sientan inspirados por la nueva libertad regulatoria y reduzcan los precios de los equipos. Es un plan brillante: amenazamos a México por el agua, pagamos 12 mil millones con dinero de aranceles y esperamos que las grandes corporaciones nos den un descuento por la bondad de nuestro corazón. ¡Un genio!
Así es como se manejan los negocios: con amenazas inmediatas, rescates tardíos y fe ciega en la autorregulación corporativa. Y todo esto mientras nuestros agricultores, que "merecen" el agua, esperan pacientemente su puente de liquidez. Un verdadero cuento de hadas.